La crisis de un estado ( I ): Lucio Cornelio Sila, un breve comentario.
Sin duda alguna estamos ante una de las figuras históricas más controvertidas de la historia de la República Romana tardía. Sila es un personaje complejo que muchos historiadores tildaron de “dictador sanguinario”, un error común pues los textos para referirnos a él son: Plutarco y Apiano, unos autores clásicos que le profesaban mucha estima.
Este personaje es vital para el devenir de la historia romana, y para que entendamos los conflictos internos que asolaron al estado romano republicano. Partimos de la base de que Roma tenía una grave crisis de las instituciones de la República Romana, problemas socioeconómicos, culturales y militares. Este caldo de cultivo creó un terreno propicio para la inestabilidad política de Roma; desde finales del siglo III a.C estos problemas se harían cada vez más acuciantes hasta que se convirtieron en problemas graves. El Senado, la institución de gobierno por excelencia estuvo en todo momento más preocupada por la división interna que había surgido entre la nobilitas que en solventar los problemas que estaban aquejando a la plebe, una plebe cada vez más empobrecida a causa de la guerra y de la mala repartición de las tierras del estado (ager publicus). También vemos a una élite romana muy individualizada que buscaba sus propios intereses, dejando de lado la unidad en las instituciones, creando así una inestabilidad política sin precedentes para Roma y fuente de conflictos.
Es en este contexto en el cual Sila desarrollará una carrera política y militar. Este miembro de la élite romana llegó al poder absoluto tras un cursus honorum que muchos tildaron de sangriento. Él fue quien puso fin con la Guerra Social (91-87 a.C) que enfrentó a romanos contra sus aliados itálicos por a adquisición de la ciudadanía romana. Más tarde marcharía por primera con un ejército armado contra Roma para reclamar sus derechos. Este último hecho, es una gran transgresión pues vulneraba la sacralidad de una tradición que dictaba que ningún ejército romano podía marchar sobre Roma; esta es una de las mayores vulneraciones que a partir de Sila otros también harán, incluso en época imperial. Al mismo tiempo estalló la guerra contra Mitrídates VI rey del Ponto (90-85 a.C). Después de vencer al rey póntico, Sila volvió a Roma de nuevo para acabar con la guerra civil que estaba asolando la república.
Con toda esta maraña de conflictos, que se superponen los unos a los otros entramos en la materia de la violencia. Hasta la fecha la política de castigo a los rivales políticos y las ejecuciones ejemplares cambiarán para siempre a raíz de la Guerra Social, un conflicto donde se ponen en práctica castigos duros para acabar con la rebelión. Una violencia por otro lado consentida por el estado y por el conjunto de la ciudadanía romana. El mismo tema se puede extrapolar a la Primera Guerra Civil Romana (88-81 a.C), cuando esta finaliza, Sila lleva a cabo una política de persecución sistemática de sus rivales políticos llevándose a cabo las famosas proscripciones en las cuales se incautaban las propiedades y los bienes de aquellos que Sila consideró enemigos.
He aquí la cuestión ¿era necesario un castigo tan duro a los rivales políticos? Podríamos decir que fue desproporcionado, pero también cabe señalar que la república necesitaba un reformador y estabilidad y durante unos años Sila fue capaz de hacerlo. Es por ello que quizás, el personaje tan denostado como lo fue Sila consiguió durante unos años con su dictadura calmar las aguas y reformar la república. Algo que cuando consiguió se retiró a la paz de su villa.
Como conclusión final hemos de decir que Sila se alzó como un dictador por el Senado romano, un senado que por otra parte era afín a él y a la facción de los optimates, pero esto no resta importancia a su labor como un intento de reformar un estado que estaba quebrado por dentro y metido de lleno en un período de transición. Sus reformas no duraron demasiado y tan solo casi treinta años después, Roma estaría de nuevo asolada por otra guerra civil. La inestabilidad del estado romano era a causa de sus problemas internos y de que ya no era una ciudad-estado que controlaba unas pocas regiones, estamos hablando de que Roma era en aquel momento la potencia de la época. Esta expansión ayudó a esos conflictos internos, y no sería hasta la época de Augusto que se puso fin a un período convulso finalizando la crisis del estado republicano, el cual se transformaría con el tiempo en una monarquía.
Por: Marc Conesa Castellano – 29 Enero, 2021