Si quisiéramos hacer una ucronía de la Guerra de Sucesión en Cataluña y nos pusiéramos a rastrear cual sería el punto de divergencia ideal para cambiarlo y reconstruir un relato imaginado, nos sorprendería lo poco heroico del tal evento.
El hecho, el factor desencadenante bien podría fecharse en el 27 de agosto de 1703. Ese día, el ayuntamiento de Manlleu compró la facultad de construir molinos rompiendo con el monopolio de Josep de Regàs que por aquel entonces poseía los dos únicos molinos del pueblo. Como era de esperar Regàs no se quedo con los brazos cruzados e intentó defender sus intereses en los tribunales ante la evidente oposición de buena parte de los manlleuenses.
Al poco tiempo se fueron articulando dos bandos, uno formado por las familias Regás y Cortada, con fuertes lazos familiares con otras familias influyentes de Vic y el otro por los Erm y los Vila, que se posicionaron al lado de los intereses del municipio. Una trifulca durante un partido de pelota pocos meses después entre miembros de las cuatro familias enrareció aún más el ambiente, pasando a mayores cuando poco después murió asesinado uno de los criados de Regàs.
Lenta, pero inexorablemente se fueron formando dos fuerzas bandoleras similares a las que actuaron en el Principado durante el siglo XVII. Con la comarca de Vic en armas, el virrey Velasco no supo o no pudo contener ambos bandos perdiendo el control sobre el orden público.
A medida que pasaban los días, la situación fue empeorando. El 17 de marzo de 1705 los de Manlleu atacaron las posesiones de Regàs, que contraatacó con fuerzas llegadas de Vic reunidas por parientes y amigos (unos 600) llegando a atacar el pueblo.
Pese a los intentos de mediación para que ambos contendientes llegaran a un acuerdo, la situación en los llanos de Vic era explosiva, y los intentos del Virrey Velasco de llamar a Barcelona a los nobles involucrados para imponer la ley, solo consiguieron empeorar la situación dando un giro inesperado a un tumulto que se había iniciado por un asunto tan banal.
Temerosos de ser encarcelados, y lo que es peor, aterrados ante la posibilidad de ver sus bienes incautados, los nobles “vigatans” decidieron salvar sus haciendas poniéndose bajo el yugo del candidato austriaco. De cómo una reyerta bandolera entre oligarcas acabó facilitando el “levantamiento” austracista de 1705 en Cataluña es otra historia que no tiene desperdicio.
Como es lógico, el relato romántico de unos hechos tan trascendentales para la historia de Cataluña y la cruda realidad pasada distan hasta tal punto, que se hace imprescindible la difusión de un relato histórico renovado. Una historia de la Guerra de Sucesión alejada de intoxicaciones ideológicas, exenta de maniqueísmos, liberada de presentismos y por el contrario; orientada al conocimiento y explicación de nuestra realidad pasado sea cual fuere, guste o no guste, con el objetivo de entender el pasado y no en construir el futuro.
Oscar Udeda
Doctor en Historia